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El Antes
Los guayaquileños que conocieron el Estero Salado de la primera mitad del siglo 20 recuerdan un cuerpo de agua limpio y transparente. Ahí, los habitantes observaban el manglar y su entorno lleno de aves, mamiferos y peces y contaban con ese espacio para practicar remo e incluso natación.
Hacia finales de los años 90, la descarga agresiva de desechos había cambiado por completo el panorama: lo que flotaba ya no eran los botes si no la basura, una alfombra de basura que representaba décadas de contaminación.
Ver ImagenesPrimera Fase
VISOLIT empezó la operación con 6 embarcaciones (pangas y una cargadora) y 50 trabajadores en recolección y transporte de desechos. Además había 8 personas en bicicleta haciendo vigilancia en las zonas críticas, así como un equipo de concienciación y un equipo de reforestación de manglar.
Durante 2 años se realizaron los trabajos de reforestaicón contratados a satisfacción de la Fundación Malecón 2000.
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Segunda Fase
En el años 2011, el Municipio decide ampliar sustancialmente la superficie a ser intervenida a 540 hectáreas de espejo de agua y más de 40 kilómetros de riberas.
En Agosto del 2012, VISOLIT integró a su equipamiento un skimmer para el trabajo de recolección y disposición inicial de desechos en espejo de agua y riberas del Estero Salado en los sectores de Mogollón, Palanqueado Puerto Liza e Isla Trinitaria.
Ver ImagenesTransformación
La transformación que ha vivido el Estero Salado en estos 15 años de trabajo es evidente; es una realidad que los guayaquileños de bien aprecian a diario. Es el resultado de esfuerzos públicos y privados que compromente a los ciudadanos a recuperar y mantener la naturaleza prodiga.
El Estero, definitivamente, ha vuelto a la vida. Ya no se ven alfombras de basura producto de la contaminación acumulada. Han regresado muchas especies de aves y peces y no es raro ver botes a pedal o kayaks.
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